Colón ha tenido una importante influencia en la cocina internacional. Y es que debido a su periplo marítimo, a uno y otro lado del charco recibimos y recibieron productos que hasta aquel momento eran absolutamente desconocidos. Alimentos que enriquecieron las respectivas mesas y se integraron hasta hacerse indispensables en algunos casos. ¿Sabes cuáles son las aportaciones americanas a nuestros recetarios y cómo llegaron?
El tomate por ejemplo es uno de los iconos de la dieta mediterránea -ahora-, pero no llegaría a España hasta que los mexicas (aztecas) -que lo llamaban tomatl, es decir fruta hinchada- nos lo enseñaron. Su origen es un poco confuso, puede que viniera de civilizaciones preincaicas que habitaban la cordillera de los Andes y que comenzaron a plantar sus semillas. Ya para el siglo XVIII el tomate había viajado por todo el mundo haciéndose famoso. De hecho, al pobre le hemos hecho tantas perrerías que hace un par de años, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas y la Universitat Politècnica de València, realizaron un estudio químico y genético sobre cómo recuperar el sabor típico que ha desaparecido en la mayoría de las variedades comerciales. Un proyecto genoma tomatero en toda regla… esperemos que funcione.
Muy probablemente de esa misma zona, de los Andes, proviene la patata, cuyo cultivo se remonta 8000 años atrás y también se atribuyen sus primeras plantaciones a los habitantes originarios de la cordillera. Según los estudios entraron en Europa a través de dos rutas marítimas diferentes: una por el norte, por la zona de lo que ahora es Países Bajos y otra por la Península. De ahí que nosotros hagamos una riquísima tortilla y ellos puré de patatas con zanahoria y cebolla… ejem. Este plato llamado hutspot es lo que toman los holandeses para celebrar que nos derrotaron allá por el año 1574. Sin ánimo de ofender… pero en lo culinario salimos ganando nosotros, ¿no?
No podía llegarnos de otro sitio que no fuera América el maíz. Y es que el Popol Vuh –una recopilación de leyendas de la cultura maya-, cuenta que después de dos intentos fallidos, los dioses finalmente consiguieron crear a los hombres dándoles forma con maíz -mucho más rico que el barro…-. Pero en este lado del Atlántico no nos dimos cuenta de las bondades de este alimento hasta la Revolución Industrial, cuando se descubrió el excelente rendimiento agrícola del cereal -benditas palomitas-.
Por su parte, el cacao se utilizaba en el México prehispánico de muy diferentes formas –y ninguna era para chocolatear la leche-. Era usada por ejemplo en rituales y como moneda en los intercambios comerciales… pero llegaron los conquistadores, lo probaron y se enamoraron –como para no-. Así que rápidamente cargaron los barcos para enseñárselo a toda Europa y así es como llegó a convertirse en uno de los alimentos más exóticos del viejo continente, que al principio estuvo reservado a las más exclusivas élites.
La vainilla es otro de los alimentos que llegaron de América –bueno, aún hoy en día sigue llegando por lo difícil que es obtenerla, te lo contamos hace unas semanas en nuestro post de especias–. Aunque pueda parecer que el nombre es muy romántico, los españoles bautizaron así a esta orquídea –la única que tiene frutos comestibles-, porque se parecía a las vainas de sus espadas en pequeñito –así de originales fuimos-. Este producto era originario de la zona de la actual Veracruz (México) y mantuvo el monopolio comercial de la vainilla hasta que en el siglo XIX los franceses descubrieron su secreto y aprendieron a polinizar la planta.
El origen de la quinua –puede que llevemos años diciéndolo mal-, se remonta del siglo V al III a.C. cuando las poblaciones que vivían alrededor del lago Titicaca –lo que ahora sería Perú y Bolivia–, consiguieron ‘domesticarla’ y cultivarla. Esta semilla no despertó demasiado el interés de los europeos conquistadores en su momento, aunque ahora cause furor –sobre todo en las dietas y en Instagram, que ha hecho estragos en los feeds de los modernos-.
Aparte de comida, ¿qué más trajimos?
No solo vino comida en los baúles españoles, también importamos productos de lo más variopinto. En 1571 Felipe II montó en un barco a su médico, Francisco Hernández de Toledo, y le pagó un ‘Erasmus trasatlántico’ para que estudiara la flora y la fauna. Este formó una colección de plantas secas, dibujó y estudió las prácticas medicinales locales y sus apuntes fueron de gran utilidad para otros médicos.
Otro tipo de plantas que trajimos fueron las ornamentales. Las magnolias, la flor de mayo, el clavel de India y una que seguro te suena y sin la que no podríamos sobrevivir en Navidad cuando no sabemos qué regalar a la suegra: la Poinsettia o flor de Pascua, tan socorrida.
Otro producto que es bien sabido que viene del otro lado del Atlántico es el tabaco. Parece ser que el origen estuvo en la zona andina entre Perú y Ecuador y no solo se fumaba, también se masticaba, se comía, se le daba usos medicinales, rituales y hasta afrodisíacos –todo un misterio-. Fue el mismísimo Cristóbal Colón quien describió en su diario su sorpresa al ver a los indios con algo encendido en las manos y expulsando humo por la boca. Uno de los que fueron con él en la Santa María, Rodrigo de Jerez, volvió a España enganchado. Al llegar y dejar atónitos a todos, la Santa Inquisición decidió condenarle por pecador infernal. Aquel humo que brotaba de su boca podía ser obra del Diablo, así que ante la duda, le metieron 5 años en la cárcel por prácticas satánicas. El quinqui de la época.
Por si te has quedado pensando en todas las cosas ricas que nos aportaron y te preguntas qué diantres llevamos nosotros, aquí te dejamos una lista de algunas exquisiteces que en América no conocían: los ajos, los dátiles, las habas, las lentejas, los melocotones, el olivo –y por consiguiente el aceite de oliva-, el azafrán, los guisantes, las manzanas, las peras o la vid –y evidentemente el vino-, y un largo etcétera. No nos agobiemos, no solo llevamos gripe…
¿Todavía alguien se molesta cuando celebramos en España Acción de Gracias?
1 comentario en «Descubriendo América… por su gastronomía»