Es más que posible que haya quien nos llame locos por considerar los percebes un manjar, sobre todo sabiendo que se trata del aparato reproductor del animal en cuestión lo que nos comemos… También tenemos la lamprea, un pez prehistórico con bastantes dientes y cara de pocos amigos que se suele cocinar en su propia sangre y que además de tener ‘club de fans’, se le dedican fiestas. ¿Y que nos decís de las galeras? un crustáceo malacostráceo -el nombre lo dice todo-, solitario y agresivo que está de muerte en un buen arroz. Todas las culturas y todas las cocinas tienen alimentos que hacen apartar la vista a los foráneos, productos de los que nos puede parecer inverosímil y hasta peligrosa su ingesta; pero “en todas partes cuecen habas”, no nos sorprendamos, vámonos de ‘viaje’ y abracemos experiencias nuevas. Aquí os traemos el Top 10 de las rarezas culinarias mundiales -no hay orden, imposible decidir cuál nos parece más bizarra-, ¿os animáis con alguna?
1. Tarántula crujiente, no apta para aracnofóbicos. Se trata de la delicia nacional camboyana; si te pasas por allí este verano no les hagas el feo de no probarla. Se fríe en abundante aceite -si estás pensando en el de oliva de Jaén, ya puedes despertarte de tu sueño- hasta que las patas están crujientes y en el abdomen no queda demasiado líquido -es importante el demasiado ya que ahí dentro hay órganos, huevos y caca básicamente-. Dicen que su sabor es agradable, como una mezcla entre pollo y pescado pero con pelitos que te hacen cosquillitas -en realidad es adorable ¿no os parece?-. Al igual que nuestra tortilla o nuestros callos, se trata de un plato ‘a la desesperada’ -muy pero que muy desesperada a nuestro parecer-, se dice que se popularizó durante la hambruna provocada por la subida al poder de los Jemeres Rojos tras la guerra de Vietnam, aunque ya se consumían arañas desde hace siglos.
2. Jugo de ojo de oveja, ideal para la resaca. ¿Cuántas veces te has levantado y has jurado al más puro estilo Escarlata O’Hara que jamás ibas a volver a beber? ¿Cuántas veces has acusado al inocente último chupito de Jagger de tu resacón? ¿Cuántas veces te has mirado al espejo al despertarte tras una noche de fiesta y te has lloriqueado reprochándote que “ya no tienes 20 años”? Tenemos la solución definitiva y viene de Mongolia: un vasito lleno de zumo de tomate, vinagre y el liquidillo del interior de los ojos de las ovejas, ¿cómo lo ves? Quizás sea la excusa para no beber nunca jamás de los jamases con tal de no tener que probarlo. No tenemos el honor, así que no podemos aseguraros que funcione, lo que sí sabemos es que este remedio para la resaca se remonta a los tiempos de Gengis Kan, allá por el siglo XII, y era un tipo sabio…
3. Huevo centenario, caída libre sin paracaídas. Por la oficina hay a quien no se le ocurre algo más atrevido, temerario, osado e imprudente que este plato tradicional chino; pero el caso es que ya no es algo que suene tan lejano -tendrá la culpa Juego de Tronos, seguro- e incluso tenemos a otras que lo han probado y no les ha parecido tan terrible…* Sangre fría y unas agallas como la copa de un pino es lo que hace falta para comerse, al menos por primera vez, este huevo con un fuerte olor a azufre y amoniaco que se fermenta durante un periodo que va desde los 20 hasta los -oh, señor- 100 días, en una mezcla de arcilla, cenizas y cal, cáscara de arroz, sal y té negro. El resultado es cremoso, aterciopelado y con un punto dulce, dicen; tiene un color negro verdoso indefinido y una textura gelatinosa indeterminada. No, repetimos, no intentéis hacerlo en casa, tendrías que venderla… [*Queda claro que la que ha escrito estas líneas es la primera, ¿verdad?]
4. Grasa y piel de ballena, ¡a full de vitaminas! Se consume sobre todo en Groenlandia, Alaska y zonas árticas de Rusia, sitios donde necesitan mucha energía para la ‘fresca’, así que nada mejor que unos pedacitos de muktuk, piel de ballena -también beluga o narval- con grasa adherida, que se come cruda y tiene muchas proteínas, vitaminas C y D y es súper saludable. Es un alimento muy habitual entre la cultura inuit, para los que las ballenas son un animal muy importante de la que sacan todo tipo de productos que utilizan en su vida cotidiana. Vamos, que esta grasita que aquí nos puede sonar rara, es el equivalente a nuestra buena tapa de torreznos, porque ya se sabe: “en Groenlandia, de la ballena, hasta los andares…”, ¿no?
5. Feto desarrollado de pato (que vuelva el de la caída libre). Parece que todo lo desconcertante llega dentro de un huevo, esta vez de pato y originario de Filipinas. El balut o ‘huevo con patas’, tiene sorpresita y no precisamente como la del Kinder. En esta ocasión es un feto de unas cuatro semanas, con sus plumas, su pico y su todo -y no hace falta montarlo-. Se cuece como haríamos con un huevo normal y está considerado una exquisitez, se suele vender en los puestos callejeros junto a una cerveza, como una tapa, e incluso se tiene la creencia popular de que es afrodisiaco. No nos sale ya ningún chiste verde o jocoso de la impresión…
6. Lagarto seco, aperitivo medicinal. En las calles de Hong Kong es muy común verlos: son pequeños, crujientes y un poco sosos -o eso dicen-. Además de ser un snack muy popular, se dice que tiene propiedades curativas como eliminar los resfriados, ayudar a perder peso o recuperar la energía. Se pueden ver dentro de las sopas o mojados en alcohol. Si te pasas, ya sabes que tienes el ojo de oveja…
7. Vino de ratón, el siguiente paso al mezcal. Si eres el más ‘malote’ y te parecen poco las botellas de tequila con gusanitos dentro y estás deseando pasar a la acción de verdad, ¿qué tal un vino de arroz en el que se han ahogado y fermentado durante un año unos preciosos bebés de ratón? Tranquilos, que aún no les ha salido el pelo porque tienen entre 2 y 3 días de vida, así que encontrarte un bigotito será el último de tus problemas. Dicen que sabe regular, lo bueno es que cura las enfermedades del hígado, de la piel y el asma… ¡Ah, bueno, mirándolo así!
8. Shirako, flamante acompañamiento para sushi. Hace años que casi todos nos hemos sumado a la instagrameable moda de comer sushi, hemos aprendido a comer con palillos, nos ofendemos con quien moja indiscriminadamente las piezas en soja y nos jactamos de usar bien de wasabi sin morir en el intento. Ha llegado el momento de pasar a la siguiente fase: acompañarlo de shirako, glándulas llenas de esperma de pescado. Y encima es carísimo, hasta 500 € por unos gramos. Ahí lo dejamos, modernillos y modernetes.
9. Kopi Luwak, el café más potente. Para el taxista en medio de la carretera, se baja y se mete en la mismísima selva balinesa, avanza unos 100 metros y allí hay una especie de criadero de un animal a medio camino entre un mini mono y una rata, se trata de una civeta. Los responsables recogen sus deposiciones y te las muestran con cara de orgullo en la palma de la mano. Te sientan y te sacan una degustación de vasos humeantes. Ya estás vendido y tienes que probar lo que te ofrecen, no hay escapatoria. Y es que estás delante del café más caro y exclusivo del mundo, que se elabora con los granos de café que han pasado por el tracto digestivo del animalillo, y que ha tenido a bien expulsarlo. El kilo cuesta unos 400 € y es una lástima que la experiencia la viviera la única de nuestras chicas Aires que no soporta el café.
10. Cuy, la mascota al plato. Casi nos da un poco de pena porque tienen un aspecto muy cuqui -bueno, nosotros comemos conejo, qué demonios-. Dicen que es toda una delicia en Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia, países de donde es originario este animal. Además tiene muchas proteínas y un alto contenido en Omega 3. Lo que pasa es que se fríe entero, con toda su forma te lo plantan en el plato y da ‘cosita’.
Como nunca se puede decir de esta agua -u ojo de oveja- no beberé, no ponemos la mano en el fuego sobre nuestros próximos desafíos culinarios. Es más, si este verano acabamos en Bali, Alaska o Vietnam y probamos alguno de estos manjares, ¡os iremos informando!